artículo de opinión de la Agencia fax Press
El escritor Rafael Domínguez afirmó
al presentar su libro La
firma cristiana como marca: que "la capacidad de comunicador
de Juan La firma cristiana como marcaPablo II le situaba a años
luz de Benedicto XVI" y recordó la necesidad de adaptar
los mensajes que no las creencias- que la Iglesia Católica
emite, para resistir los avances de cientos de nuevas Iglesias y sectas
que han nacido en el S.XX intentando no responder a necesidades espirituales
milenarias, sino a las necesidades de una nueva sociedad.
Para Rafael Domínguez el rápido crecimiento y expansión
de sectas e Iglesias nuevas se debe en gran medida a un uso exacerbado
del marketing y a un nuevo planteamiento -como sucede con la Iglesia
de la Cienciología- en el cual el hombre no está hecho
a imagen y semejanza de Dios, sino que es un eslabón en la cadena
evolutiva hacia un ser superior, más perfecto, lo cual les permite
no entrar en colisión con las teorías científicas
post-darwinistas.
La firma cristiana
como marca es un estudio hecho al modo de las consultorías,
intentando reflejar fríamente y sin apasionamiento cuál
es la situación de la Iglesia como si se tratara de una marca
comercial. En él se plantea si nos encontramos ante una organización
eficiente y con una estrategia consistente. El propio autor reconoce
que para personas creyentes pueda parecerle un análisis duro
de la situación del catolicismo, pero que dada la situación
de defecciones en el seno de la Iglesia y ante el avance de religiones
como la musulmana es necesario estudiar por qué una parte considerable
de la sociedad ha decidido vivir de espalda a las creencias religiosas.Afirma
Rafael Domínguez que le surgió la idea de escribir este
libro cuando encontró jóvenes alrededor de los veinte
años que reconocían no saber qué era la Santísima
Trinidad y que ello le llevó a una profunda reflexión
sobre la situación actual del hecho religioso. Para este autor,
la función de Juan Pablo II como comunicador de ideas fue muy
provechosa, pero es un camino que la Iglesia debe profundizar y evitar
tensiones como las creadas con los musulmanes.
El autor reconoció que la Iglesia tiene un problema muy complejo
de resolver; actualizar creencias milenarias, adaptarlas a los nuevos
tiempos, y comunicarlas con métodos modernos, porque algo que
es espiritual, intangible, muy delicado, como son las creencias, es
muy difícil hacerlo interesante para las nueva generaciones,
apegadas a un mundo mucho más material.