
Ediciones Irreverentes inició los actos de celebración
de su décimo aniversario con la presentación, el día
7 de octubre del 2008, del libro "Alfred Hitchcock.14 películas
imprescindibles" de Ramiro Cristóbal, en San Juan de Puerto
Rico, en el marco del Festival Internacional de Cine.
En este festival, cuyo director ejecutivo es José Artemio Torres,
se proyectaron 24 largometrajes, se llevaron a cabo actividades como
el foro sobre la piratería, organizado por la Asociación
de Productores Cinematográficos y Audiovisuales de Puerto Rico;
y la presentación del libro editado por Ediciones Irreverentes.
Alfred Hitchcock, el hombre que se enamoraba de rubias elegantes
El crítico cinematográfico Ramiro Cristóbal describe
en el libro "Alfred Hitchcock. 14 películas imprescindibles",
recién publicado por Ediciones Irreverentes, a un Hitchcock muy
distinto del conocido; enamorado de sus actrices rubias y elegantes,
obsesionado por su gordura, que pasó de trabajar con libertad
en Europa a ser controlado hasta en el gasto telefónico en los
estudios norteamericanos. Ramiro Cristóbal reconoce que Hitchcock
le gustó siempre mucho como director, pero le odiaba por cómo
era. Al escribir este libro, ha encontrado un hombre muy distinto del
esperado.
Ramiro Cristóbal trata en "Alfred Hitchcock. 14 películas
imprescindibles", no sólo los planteamientos intelectuales
y técnicos de las películas del director británico,
sino también los aspectos más controvertidos de su personalidad,
de sus relaciones -en ocasiones amorosas y en ocasiones tormentosas
con las actrices- y su pasión por estudiar el alma humana. El
director británico es un hombre complejo, falto de amor, lo cual
suplía por un uso y abuso obsesivo de la comida y el vino; una
persona mucho más intelectual de lo que se piensa, ya que siempre
ha sido un autor considerado populachero, y que junto a grandes películas,
hizo panfletos pro-norteamericanos en plena guerra fría, lo que
le supuso ser repudiado por los intelectuales europeos.
Sus amores rubios: Tippi Hedren, Grace Kelly, Ingrid Bergman
Hitchcock hizo mundialmente famosa a Tippi Hedren, la conocida actriz
madre de Melanie Griffith, la esposa de Antonio Banderas, con la película
Los pájaros.
Cuando terminó el rodaje de Los Pájaros y se produjo el
éxito esperado, Tippi Hedren fue convocada por su mentor para
hacer la siguiente película titulada Marnie la ladrona. Todo
comenzó de nuevo: Tippi recibió regalos y vinos y también
apasionadas notas del realizador. El propio Hitchcock, en persona, diseñó
un lujoso remolque camerino para ella, con cuarto de baño y nevera-bar
(llena de los vinos preferidos por él) y lo instaló al
lado de su bungalow.
Ramiro Cristóbal afirma en el libro "Mediado el rodaje de
esta segunda película que hacían juntos, una noche, Hitchcock
acudió al remolque de Hedren y, por primera vez en su relación
con ella (y seguramente en toda su vida), le hizo francas proposiciones
de tener relaciones sexuales que, naturalmente, fueron rechazadas, aunque
debió ser una prueba extremadamente penosa tanto para la actriz,
como para el maduro caballero de 64 años que era, por entonces,
el cineasta. Desde entonces, Hitchcok no quiso saber nada de Tippi Hedren
y se refería a ella como "esa chica". Terminado el
rodaje nunca más volvieron a tener relación profesional
alguna. Lo curioso es que la carrera como actriz de Tippi Hedren no
adquirió nunca más, ni lejanamente, el prestigio que había
tenido en las películas de Hitchcock."
Siempre tuvo una relación compleja con sus actrices, "Aunque
fue hombre de una sola mujer Hitchcock estuvo muy enamorado de Tippi
Hedren. También estuvo medio enamorado de Ingrid Bergman y de
Grace Kelly, pero con ellas la relación se mantuvo en lo profesional.
A Grace Kelly intentó rescatarla para el cine siendo princesa,
pero fue imposible. Grace Kelly quería a Hitchcock y le estaba
agradecida por el impulso que había dado a su carrera y por la
gran popularidad internacional que le habían dado las películas
hechas con él. Le hubiera gustado, aún siendo princesa,
trabajar de nuevo con el director británico, No obstante, se
impuso el protocolo y la reacción ofendida de muchos de los monegascos
influyentes hizo que, por fin, la actriz renunciara, educada pero firmemente,
al proyecto."
También tuvo un profundo sentimiento por Ingrid Bergman, pero
quedó en amistad y ella estuvo a su lado a la hora de su muerte,
"En agosto de 1979 Hitchcock cumplió ochenta años.
La actriz Ingrid Bergman fue a visitarle y después recordaría:
"Tomó mis dos manos y las lágrimas rodaron por sus
mejillas, y dijo: Ingrid voy a morirme"."
Las tres mujeres coincidían en dos rasgos importantísimos
para el británico; eran lo que podrían llamarse "rubias
elegantes".
A quien nunca pudo soportar es a Kim Novak, que le fue impuesta pro
el estudio que le contrató, y a quien nunca valoró como
actriz.

Ramiro Cristobal con el director ejecutivo del festival, José Artemio Torres

Ramiro Cristobal
Hitchcock, del proselitista político
al artista
Según el autor del libro, Ramiro Cristóbal, "Hitchcock
me había gustado siempre mucho como director, pero le odiaba
por cómo era. Después de hacer crítica cinematográfica
durante décadas, llegada ya la madurez, me dije que tenía
que ver sus películas con calma, sin dejarme influir por mis
sentimientos, muy negativos sobre todo por sus películas de propaganda
política durante la guerra fría. He visto varias veces
cada película con papel y lápiz, parando escena a escena,
y he podido comprobar que no es el director popular que se cree, sino
un intelectual al modo europeo, aunque trabajara en EEUU, que cuidaba
cada detalle arquitectónico, el vestuario a la vanguardia de
la moda, hacía un estudio psicológico de los personajes
como no se hace en el cine actual, donde cada personaje parece salido
de la nada; en sus películas hay una explicación psicológica
para todo. Y en especial, es un maestro en el dominio del tempo y del
suspense."
Ramiro Cristóbal reconoce haber disfrutado siempre con el cine
de Alfred Hitchcock. pero "sin embargo, cuando hizo las dos películas
de guerra fría, de un servilismo vergonzoso con los Estados Unidos,
me sentí defraudado y consideré que, de alguna manera,
su comportamiento era indigno de un artista independiente y libre. Luego,
según iban pasando los años e iba viendo, casualmente,
alguna de sus obras, incluso las que ya había visto, fui teniendo
una nueva perspectiva y me prometí que un día dedicaría
el tiempo suficiente para resolver esa especie de dilema profesional
que había adquirido. Se trataba de poner la distancia necesaria
como para no tomar en cuenta, de forma primordial, los aspectos políticos
y propagandísticos de sus películas y procurar centrarme
en otros que, quizás, la pasión no me había dejado
ver."
La conclusión de Ramiro Cristóbal es que "Hitchcock
es un maestro de la psicología, su gran afición sin duda
alguna. Seguramente el común denominador de toda su obra está
en su insaciable curiosidad por el ser humano y por la forma de funcionamiento
de su mente y sus pasiones".
Un aspecto sorprendente que se descubre en el libro es que Hitchcock
no era tratado en Estado Unidos como un genio, sino como un simple asalariado,
"Se le controlaba todo. Él cobraba por semana de trabajo.
Incluso cuando viajaba a Europa se le echaba en cara los gastos de sus
llamadas internacionales. Él estaba acostumbrado a trabajar al
modo europeo, con libertad, pero en estados Unidos le imponían
en ocasiones los protagonistas, como ocurrió con Kim Novak, los
temas que podían ser taquilleros. Se le controlaba hasta los
días de rodaje."
Ramiro Cristóbal
Ramiro Cristóbal es licenciado en Ciencias Políticas y
Ciencias de la Información. Crítico de cine de Triunfo,
Cambio 16 y colaborador de múltiples publicaciones en España:
Cuadernos para el Diálogo, El País, Cinemanía,
La Clave etc. Director del curso "Cine y Literatura" para
la Universidad Complutense de Madrid en 2002 y Director del Curso "Historia
del Cine" para la Casa de Cultura de San Lorenzo de El Escorial
en 2004. Es autor de "Nombres de la historia económica"
(Espejo, 1983), "La Leyenda de la Costa Azul" (Planeta, 2003),
"Elías Querejeta, el hombre que hace posible la magia"
(Festival de Huelva, 1997), "Jorge Polaco, la vuelta al mundo en
una moviola remendada" (Festival de Islantilla, 2002), "Luis
Buñuel, los primeros 100 años" (Ediciones Andaluzas,
2000), "Terenci Moix, el enamorado de las estrellas" (Festival
de Islantilla 2004), "Jean Gabin, cincuenta años de cine
francés" (Mostra de Valencia, 2004), "Angelino Fons,
el maestro perdido" (Islantilla 2006) y "La homosexualidad
en el cine español" (Festival de Córdoba/ Diputación
de Huelva 2007).