Kafka. Antología
Prólogo de Pedro Amorós
Ilustraciones de Alexandr Pilko
(Narrativa, 130)
140 páginas 12€
ISBN: 978-84-16107-58-2
Ediciones Irreverentes, con la edición
literaria de Pedro Amorós, ha logrado reunir en esta antología
de relatos en homenaje a Kafka los siguientes autores de España,
Argentina, México, Nicaragua, Colombia, Honduras y Panamá:
Pedro Antonio Curto, Pedro Pujante, Estefanía Farias, Raúl
Hernández Garrido, Nelson Verástegui, Arquímedes
González, Kalton Harold Bruhl, Fernando Veglia, Francisco Legaz,
Miguel Ángel de Rus, Agustín Cadena, Teresa Galeote, Melanie
Taylor Herrera y Pedro Amorós. Los más brillantes
escritores en español se unen para crear relatos inspirados en
la obra del genio de Praga.
Lo extraño y desasosegante sigue entre nosotros, aunque con nuevas
formas.
Franz Kafka llevaba una vida doble. Por las
mañanas trabajaba en una compañía de seguros, por
las tardes se recluía en su habitación para dedicarse
a la escritura. Sin embargo, no quería dedicarse exclusivamente
a la literatura. Se convenció a sí mismo de que iba a
pasar su vida frente a una puerta cerrada. Esta imagen se convierte
en la figura que define su existencia: el hombre que espera, el excluido,
el rechazado, el extranjero. Kafka gustaba de esperar. Dudaba de la
realidad, hasta el punto de desear la huida. Anhelaba volar, alejarse
de la tierra. Adoraba las habitaciones de hotel en las que se sentía
como en una tumba. Se recobijaba en el silencio. En sus textos quedan
reflejados de forma minuciosa toda clase de ruidos que contribuían
a alterar su frágil y anhelada armonía.
Kafka convierte la vida en una representación. Aislado en su
habitación vive como rodeado de una mampara de cristal. Atrapado
en Praga, como en una cárcel, vive dominado por la espera, por
la angustia. Anhela el suicidio, el sacrificio. En sus escritos construye
para sí una imagen de soltero. Se complace en la soledad porque
se considera un excluido. En la vida, frente a la escritura, da la sensación
de quietud, bienestar y alegría. Como toda persona que ama la
naturaleza, la vida o la literatura, está lleno de curiosidad
y no cesa de preguntarse cosas.
En las mejores obras de Kafka brilla una mágica fluidez, un flujo
incontenible que arrastra las palabras, una inspiración poética
grandiosa. La literatura se convierte para Kafka en una especie de altar
ante el cual se sacrifica. Y ese sacrificio lo lleva a permanecer sentado,
escribiendo durante largas noches, en el silencio, en la soledad. Bucea
en el inconsciente, en los sueños, de una forma nada usual entre
los escritores modernos. Escribe sus grandes novelas sin un plan preconcebido,
sin una estructura narrativa que desarrolle la historia. Se deja llevar
por la inspiración que anima su frágil cuerpo.
Animado por el espíritu de Kafka, este libro se adentra en el
laberinto de las calles de Praga, en los sueños del escritor,
en los entresijos de una época. En La otra carta, Pedro
A. Curto ha explorado de forma ingeniosa las relaciones de Franz Kafka
con su padre. En 1931 el escritor, que ha superado su larga enfermedad
-y no ha fallecido en 1924- recibe un telegrama de su madre comunicándole
la muerte del cabeza de familia. Partiendo de esta situación
irreal el relato se mueve entre la crítica, la ironía
y la amargura. El tono poético no excluye la piedad. A medio
camino entre el relato de ciencia ficción y la sátira
religiosa, Pedro Pujante describe en El congreso una fantasmagórica
reunión de sacerdotes en un lugar denominado La Edificación
en donde parecen estar empeñados en reconstruir el pasado. Doce
monjes rezan en silencio en mitad del desierto al tiempo que interpretan
los textos de Kafka en un relato que combina lo sagrado, lo cómico
y lo grotesco a partes iguales.
Un niño que quizá remeda a Kafka llega a un sanatorio
psiquiátrico acompañado de su padre. En ¿Y tú,
qué has hecho?, Estefanía Farias parece relatar un
espejismo, un diálogo inusual de niños inusuales.
La enorme capacidad visual de Raúl Hernández
Garrido queda de manifiesto en la descripción de Un eclipse,
un relato poderoso en donde la imaginación del escritor funde
las garras de un telescopio con el rostro de una mujer confluyendo poesía
y erotismo. Nelson Verástegui ha logrado en La desmaterialización
adaptar a nuestros tiempos la desgracia de Gregor Samsa en La metamorfosis.
La misma fuente de inspiración ha servido a Arquímedes
González en Un corazón perdido para contar una
historia inspirada en el género negro que simula ser una horrible
pesadilla. En El otro, Kalton Harold Bruhl imagina el encuentro
con un suicida en un puente de Praga, un escritor que lleva al papel
sus pesadillas, sus sueños, y> que se hace llamar Max Brod. La
elegante escritura de Harold Bruhl se combina con el tono nostálgico
de la historia. En Intuiciones, de Fernando Veglia, paseamos
con Gregor Samsa por las calles de Praga y comprendemos que su rutinaria
vida sólo encuentra una salida en la escritura, en la imaginativa
creación de un personaje denominado Franz Kafka. Francisco Legaz
ha tomado como punto de partida El artista del hambre para describir
la soledad y el abandono tras la ruptura matrimonial en El artista
¿de qué? La historia oscila entre la ternura y la
desazón. Fiel a su espíritu crítico, Miguel Ángel
de Rus dibuja con ironía una boda española en Mitad
cordero, mitad gato, toro al final, mientras su espíritu,
en medio del esperpento, sólo encuentra consuelo en un encuentro
con Kafka. En el relato de Agustín Cadena ¿Quién
cree en los escritores?, una joven lectora de Kafka persigue una
sombra por las calles de Praga pensando que
está tras los pasos del escritor. Y es que a veces soñamos
con los escritores. La misma sensación de ensoñación
atraviesa el relato de Teresa Galeote, La mirada de Kafka. Una
pintora trata de captar en un cuadro la imagen del escritor al tiempo
que imagina encuentros furtivos con el escritor diluyéndose los
límites entre la realidad y la ficción, entre la pintura
y la literatura. En Piso 20 Kafka deambula por un edificio casi
como un autómata. Encargado de redactar historias para telenovelas
sueña con escribir un proyecto original.
En un ambiente asfixiante, desangelado y futurista, Melanie Taylor muestra
la soledad de Kafka.
El libro se completa con unas sugerentes y brillantes ilustraciones
de Alexandr Pilko. En los trabajos del artista aflora su obsesión
por los rostros, por la mirada. La influencia de las vanguardias, la
sensación permanente de presencia de los iconos de la tradición
rusa y el gusto por la abstracción, combinado con la angustia
que producen los ambientes cerrados, opresivos y claustrofóbicos
conceden a las ilustraciones un aire de extrañeza que estimula
la lectura. Que lo disfruten.
(Pedro Amorós)
Pintor, fotógrafo. San Petersburgo.
Rusia.
Empezó dedicándose a diseño gráfico, pintura
monumental, ilustración. A principios de los años
90 se dedicó a la pintura y desde el año 2000 es Miembro
de la Unión de Pintores de Rusia. Su obra
se encuentra en colecciones privadas en Rusia, Francia, Estado Unidos,
Suecia, Inglaterra e Italia
entre otros países. Es autor de las ilustraciones del interior.
www.pilko.ru